Bicicleta urbana como medio de transporte
Uno de los pilares básicos a la hora de concebir y desarrollar el proyecto de CYCLIC URBAN BIKES fue la sostenibilidad y el carácter medioambiental. Resulta evidente que, por sí mismo, uno de los objetivos fundamentales es la promoción de la bicicleta urbana como medio de transporte en las ciudades.
Existen más de un centenar de ciudades en el mundo en el que las bicicletas urbanas ocupan gran parte del paisaje, siendo el medio principal de transporte de un porcentaje muy importante de la población. Ciudades como Amsterdam o Berlín son un claro ejemplo de ello. A pesar del frío y de los meses de nieve, en estas ciudades gran parte de sus habitantes cuentan con una bicicleta en casa, y además, la utilizan a diario.
Bicicletas urbanas para toda la familia
En muchos casos incluso familias con hijos deciden sustituir el coche por una bicicleta ligera y urbana, acoplando a las bicicletas sillas y carritos especiales para niños para desplazar a los más pequeños. Y es que implantar este hábito únicamente puede aportar ventajas para todos. Es evidente que el uso de la bicicleta urbana reduce los niveles de contaminación ambiental siendo así la opción más sostenible, pero además de que no consume derivados del petróleo, el ciclismo urbano también ayuda a reducir la contaminación acústica.
Coches vs bicicletas urbanas
Los vehículos a motor generan el 80% del ruido ambiental que existe en las ciudades, con cifras que superan considerablemente los valores máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
Pese a que no somos conscientes, la contaminación acústica de las ciudades provoca serios problemas de salud para sus habitantes, además de fuertes dolores de cabeza, incremento del estrés y de los problemas para conciliar el sueño, puede llegar a generar también trastornos cardiovasculares y hormonales.
Además de todo el aspecto medioambiental en lo referente a movilidad, CYCLIC URBAN BIKES quería ir más allá abordando también mejoras y acciones en todo lo relativo a procesos de fabricación de bicicletas urbanas, huella de carbono, reciclabilidad y economía de proximidad y circular.
Así, se pueden destacar los siguientes puntos:
Reciclabilidad
Los materiales con los que se fabrica íntegramente el cuadro de las bicicletas urbanas CYCLIC, si bien son plásticos derivados del petróleo, son totalmente reciclables y, del mismo modo, pueden proceder de plásticos reciclados.
Esto es muy importante ya que, de esta manera, se puede reciclar un cuadro fabricado por CYCLIC evitando así casos muy sangrantes como son los actuales cementerios de bicicletas que se están empezando a ver, tanto en grandes ciudades de Asia como en fábricas de conocidas marcas cuyos stocks y productos no vendidos de final de temporada son apilados en auténticos vertederos de bicicletas debido a su complejidad a la hora de reciclarlos (que, actualmente, no es posible con los materiales que utilizan) o retransformarlos.
En los últimos años han aparecido numerosas imágenes de cementerios de bicicletas, donde se acumulan toneladas de residuos. Esto está comenzando a convertirse en un problema y un cuadro de carbono reciclable como el propuesto por CYCLIC sería una alternativa respetuosa con el medioambiente y circular.
Reducción de las emisiones de fabricación
A nivel de consumos energéticos y de recursos, se ha estimado que un cuadro de bicicleta CYCLIC ahorra más de un 85% de la energía necesaria para fabricar un cuadro equivalente en fibra de carbono por el sistema tradicional.
Esto se transforma en que la huella de carbono producida por uno de nuestros cuadros, es prácticamente residual si lo comparamos con las fábricas de bicicletas convencionales.
Reducción de las emisiones de co2 asociadas a la logística
El 99% de las bicicletas urbanas que se comercializan en Europa se fabrican en Asia. Esto implica que, como medio de transporte puede ser muy sostenible, sin embargo, en CYCLIC pensamos que no tiene mucho sentido hacer viajar a una bicicleta más de 8.000 kms en el contenedor de un barco que contamina atmósfera y océanos.
Haciendo un símil con los alimentos, es como traer la fruta desde Sudáfrica, puede ser que nos sintamos muy sanos comiendo una naranja del hemisferio austral, sin embargo, también tenemos que pararnos a pensar si ha valido la pena todos los kilogramos de CO2 que esa naranja ha emitido indirectamente a la atmósfera en su largo viaje.
